Para Ministros

Decidí abrir una sección nueva para ministros de Dios que están trabajando parte o tiempo completo en la obra de Dios. He tenido el gozo de trabajar muy cerca de muchos Ministros, Pastores, Evangelistas y Maestros en mis 45 años de creyente y he notado muchas cosas que creo es saludable poner atención. Yo soy un ministro ordenado desde 1991. Primero con un Ministerio local en el pueblo Hispano y ahora con un ministerio global Americano. Por más de 25 años trabajé en el ambiente secular a tiempo completo y al mismo tiempo trabajé arduamente con las iglesias donde fui parte. Ahora trabajo desde 1998 a tiempo completo para el Evangelio. He trabajado como Pastor de Alabanza y en  publicaciones y ayudando en la iglesia local del ministerio donde ahora soy parte. Mi vida siempre ha girado alrededor del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo y de Su pueblo. siempre he sentido un gran peso y preocupación por todos los ministros que trabajan arduamente para nuestro Señor, con gran admiración y respeto por todos ellos. Su trabajo y dedicación los hace dignos de honra. Muchas veces sacrificando la comodidad por hacer el trabajo para Dios. Sin embargo, muchas veces sacrificando el cuerpo y hasta la familia por el Evangelio, y ahí, es donde está el problema. Así es que empezaremos hoy con algo que leí de un libro que espero les pueda ayudar  a completar la tarea que nuestro Señor nos dejó. Esto que voy a relatar, es parte de una sección del libro titulado, «Deseando a Un Dios Que Le Puedas Hablar.» Es en sí un encuentro que tubo el autor del libro con un joven predicador. A pesar de ser un joven, la palabra de sabiduría que le dio a un evangelista de mucho más edad y de experiencia. Yo sentí, hermanos míos, una urgencia de compartir esta parte con ustedes. Tú júzgalo y tómalo o deséchalo si quieres. Esta es la parte que quiero citar del libro… ———————————- Palabras de un Joven Predicador ...»El Señor me dijo que le dijera que el diablo no puede estar enfrente de usted. Usted le pasa por encima. Usted le patea la cabeza. Usted solo pasa por encima de él con todo lo que tiene y lo vence.» Él dijo, «usted pasa por encima de él. Cada vez que saca su horrible cabeza, usted lo ata y  continúa haciendo las cosas que Dios le a dicho que haga.» Entonces él continuó, «Le da eso testimonio a usted, hermano ?» «Hijo,» le dije, » Esa es revelación de conocimiento. Tu estás en lo correcto.» «Muy bien, ahora le voy a decir qué más me dijo. Dios me dijo que el diablo ha dejado de ponerse enfrente de usted y ha empezado a ponerse detrás de usted. Él ha empezado a empujarle duro diciendo, ‘Vamos muchacho, predica. Dormir, ¿por qué debes de dormir? Tú eres un hombre de fe; tú no necesitas dormir. Hay mucha gente muriéndos y yendo al infierno, y tú estas tratando de darle un descanso a tu cuerpo? ¿Qué es lo que te pasa? ¡Levántate, ve a predicar este evangelio. Hay gente muriéndose yendo al infierno en este momento, y tú necesitas ir allá. Tú no necesitas dormir. Tú no necesitas dormir.'» Él pausó y yo no se si mi quijada estaba en el suelo pero solo me quedé quieto escuchando. Él continuó, «¿Ve usted hermano? El diablo no le puede derrotar en frente de usted, por lo tanto, él se ha puesto detrás de usted y lo a estado empujando. ¿Es eso verdad? Este muchacho había dado en el clavo. Yo solo afirmé con la cabeza porque sabía que esto era de Dios. ¿Vez? durante esos tiempos, yo dormía un promedio de dos horas y media por noche. Estaba predicando sin parar todas las noches y hasta cinco veces los domingos con servicios múltiples. Cuando llegaba al cuarto del hotel, no me dejaba descansar a mi mismo. Leía la Biblia, miraba televisión, y preparaba sermones o cualquier otra cosa. Siempre me estaba moviendo. Cuando ya me iba a la cama, me acostaba y  dejaba que mi mente corriera pensando de todo lo que necesitaba hacer, lo que quería hacer, o lo que ya había hecho. Sentía la presión de predicar, predicar y predicar un poco más. Sentía el empuje de ir e ir. Yo no pensaba que eso era del diablo. Pensé que solo era mi tenacidad de hacer lo que Dios me había dicho que hiciera. Cuando llegaba a casa, mi esposa tenía que echarme a la cama. Estaba destrozado en pedazos. A la mañana siguiente, me despertaba después de dos horas de dormir y otra vez, daba mi todo. Mi cuerpo se estaba desgastando, lo estaba escuchando y no me estaba deteniendo. Estaba viviendo una vida, no sabia, para un hombre de Dios.  Nunca me olvidaré de lo último que este joven predicador me dijo. Él terminó sus palabras de Dios diciéndome, «Hermano, usted no va poder completar su ministerio, hasta que aprenda a descansar su cuerpo.» ———————————– He conocido a pastores que se han enfermado de gravedad por no descansar y cuidar sus cuerpos. La semana pasada escuché la noticia de un pastor guatemalteco con una iglesia bastante grande en Texas. Mientras él predicaba, de repente empezó a vomitar sangre y se desplomó al piso. Poco tiempo después falleció en el hospital. Encontraron que tenía cáncer en el estómago muy avanzado ya. Los doctores no pudieron hacer nada. Este pastor, cuenta alguien que le conoció, trabajaba bastante fuerte con una iglesia muy grande y viajando mucho y descuidó su cuerpo. No hay nada más grande que el diablo quiera, que es parar a los siervos de Dios que prediquen las Buenas Nuevas al mundo y edifiquen la iglesia de Dios. Tiene que haber un balance en todo. Yo lo sé muy bien.

Bendiciones

VOG

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Un Guía Espiritual

Una de las reprensiones más fuertes que Jesús hizo, fue a lideres religiosos de su tiempo.  Palabras fuertes como, “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque son como sepulcros blanqueados, que por fuera se ven hermosos pero por dentro están llenos de carroña y de total impureza” (Mateo 23:27). “Guías ciegos…” (Mateo 23:16,24). En otra ocasión habla diciendo lo siguiente: “A cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mi, más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino, y que lo hundieran en el fondo del mar”(Mateo 18:6). En mi tiempo trabajando muy cerca con pastores y ministros del Evangelio por más de 40 años, he notado muchas cosas desagradables que son perjudicial al Cuerpo del Señor. Lo más interesante es que son cosas “pequeñas” que pasan desapercibidas a muchos o simplemente no tienen el valor de apuntarlas. Aquí algunas de ellas:

  1. Ser una persona de palabra. Por ejemplo cuando se hace una cita con alguien que necesita consejería, la persona que hace la cita por lo regular está a tiempo pero el pastor o ministro llega tarde. Cosas suceden que definitivamente están lejos de nuestro alcance, pero cuando se convierte en un hábito, esto es dañino.
  2. Se hace un anuncio para una reunión especial de líderes o de la iglesia y el encargado de esa reunión llega tarde.
  3. Los líderes prometen muchas cosas a su gente, pero llegan muy cortos de cumplirlas. Por ejemplo: “Voy a orar por ese asunto…” y simplemente se olvidan. (Yo fui culpable muchas de este en particular). Mucha veces el líder da un consejo aunque no esté seguro y en lugar de decir, “no se la respuesta de esto en particular, pero te prometo que voy a orar para darte una respuesta”. En lugar, da una respuesta muchas veces errónea por no admitir que no sabe la respuesta o da una respuesta basada en la experiencia. Todo asunto es diferente y nos se puede aplicar en a misma manera la mayoría de las veces. Cada asunto es personal.
  4. Muchos líderes demandan cosas de sus seguidores, que ellos mismos no lo hacen o no están dispuestos a hacer. Porque es más fácil decirle a los demás qué hacer que hacerlo uno mismo.
  5. Muchos líderes no le dan cuenta a alguien más, o no están sometidos a otro líder. Ellos se aíslan y no aceptan palabra de otro. Esto es orgullo a muy alto nivel. He visto a muchos ministros caer en pecado y destruir sus hogares por no contarle a otro ministro sus debilidades.
  6. Muchos pastores y ministros tienen sus casas en desorden; hijos, esposas, etc. Y tratan de poner orden en la iglesia. La Biblia es bien clara sobre esto. ¿De qué sirve si se gana la iglesia pero pierde su casa? (Lee 1 Timoteo 3:1-5).
  7. Muchos pastores se ocupan de edificar el templo en lugar de construir la iglesia. La iglesia somos “piedras vivas” (1 de Pedro 2:5).

Pablo se atrevió a decir lo siguiente: “Hermanos, sean ustedes imitadores de mi, y fíjense en lo que así se conducen, según el ejemplo que ustedes tienen de nosotros” (Filipenses 3:17). La iglesia de Cristo necesita más “Pablos” en nuestros días. Gracias a Dios que también he conocido a ministros de Dios que son tremendos ejemplos a seguir. Ministros que son la reflexión del mismo Jesús. ¡Gloria a Dios! Pero, necesitamos más. Muchos más.   Bendiciones, VOG

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